Bebida de Soja
Es la más extendida y popular de las leches vegetales, remontándose su uso a la antigua China, donde aparece documentado el empleo de la soja como alimento desde el año 2800 A.C. Más tarde fue introducida en Europa en el siglo XVIII y llevada a América a principios del siglo XIX.
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La leche de soja está especialmente indicada para aquellas personas que presentan intolerancias o alergias a la lactosa, ya que no la posee, lo que origina una mayor digestibilidad al no necesitar enzimas para digerirla. Esta bebida se recomienda también a personas que padezcan diabetes, ya que al liberar los azúcares poco a poco, ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre. Desde los años 50 se ha asociado el uso de leche de soja con la disminución del colesterol, debido a su composición rica en isoflavonas, ácidos grasos y proteínas, además de las vitaminas y minerales que presenta.
La combinación de estos factores, provoca la reducción de los niveles de colesterol en el organismo hasta en un 20%, disminuyendo los niveles de LDL (“colesterol malo”) y triglicéridos, además de favorecer la flexibilidad de las arterias, haciendo que la circulación mejore y provocando un descenso en la incidencia de afecciones cardiacas y/o arteriosclerosis.
Esta bebida vegetal presenta un contenido en calcio considerable, otorgándole propiedades beneficiosas para los huesos y la circulación en general, mejorando los procesos de cicatrización. Además, su contenido en potasio ayuda a eliminar líquidos, manteniendo el buen funcionamiento del corazón, los riñones y los nervios. El potasio, unido al magnesio presente en esta leche, la convierte en un alimento perfecto para el control de la hipertensión arterial.
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La leche de soja, presenta marcados beneficios para la salud de las mujeres, ya que las isoflavonas como genisteína y daidzeína tienen un efecto estrogénico débil, haciendo el síndrome pre-menstrual más llevadero y reduciendo los molestos síntomas menopáusicos como sofocos, sudoración, etc. Numerosos estudios corroboran que el consumo de productos ricos en isoflavonas protege al hombre contra el agrandamiento de la glándula prostática.